En la tarde noche de Wellington, en la madrugada de Argentina, Los Pumas fueron torazo en rodeo ajeno. En el Sky Stadium, por la primera fecha del Rugby Championship, los dirigidos por Felipe Contepomi se impusieron por 38-30 a los All Blacks, para lograr su tercer triunfo histórico sobre el seleccionado neozelandés.

El resultado impacta. No sólo por lo que implica en sí ganarle a los “Hombres de Negro”, contra quienes el antecedente más reciente era muy adverso (triunfo neozelandés 44-5 en las semifinales del último Mundial), sino también porque este fue apenas el cuarto partido del ciclo Contepomi, y el primero en el que tuvo a disposición a su plantel “ideal”.

Y es que ya en los primeros partidos con el nuevo head coach, Los Pumas habían ido de menor a mayor. El debut, en el primero de los test match ante Francia, en Mendoza, había dejado bastantes dudas. La semana siguiente, en cancha de Vélez, la imagen fue otra, y también el resultado, que terminó a favor del seleccionado argentino. Con Uruguay, fue triunfo contundente, plasmando la clara diferencia que hay entre ambos equipos.

Sin embargo, de cara al duelo con Nueva Zelanda, reinaba la incertidumbre. Claro, el contexto era diferente: un certamen ya por los puntos, ante el subcampeón mundial, que tuvo a sus mejores jugadores, y encima de visitante. Nada de eso amilanó a un equipo argentino que jugó un partido inolvidable, desde la propuesta y desde la ejecución.

Ya desde el arranque, se vio una intención audaz de Los Pumas de salir a ser protagonistas. Desde el primer momento, presionaron bien arriba a los locales, que durante los primeros minutos, parecieron verse sorprendidos por la decisión argentina, que rápidamente logró hacerse cargo de la pelota, y acercarse peligrosamente al ingoal rival, aunque le faltó la puntada final para poder sumar puntos. En contrapartida, la indisciplina, una de las facetas que debe corregir Argentina, se hizo notoria en los primeros minutos, y generó varios penales a favor de Nueva Zelanda, que les permitió a los “Hombres de Negro” tomar aire, y salir del asedio.

Tras reponerse un poco de ese arranque frenético, los All Blacks empezaron a cambiar la tendencia del partido. A los 12 minutos, poco después de una situación clara de try que no pudieron concretar, se pusieron en ventaja gracias a un penal de Damian McKenzie. Seguido, apenas un par de minutos después, por el primer try del partido, en una jugada que dejó en evidencia la calidad neozelandesa: todo comenzó con un gran sombrerito de McKenzie, que le permitió salir desde cerca de su ingoal, y derivó luego en un kick de Jordie Barrett, que no pudo capturar Codie Taylor, pero sí Sam Darry, para apoyar abajo de los palos. Con la conversión de McKenzie, el partido se ponía 10-0; quizás un poco exagerado, pero que mostraba la eficacia de los locales.

Sin embargo, y aunque debió apagar algún sofocón, Los Pumas seguían en partido; de hecho, pasados los 20 minutos, la posesión favorecía a los de Contepomi. Y a los 23 minutos, tras avisar en una jugada previa, Lucio Cinti apoyó el primer try “albiceleste”, luego de un gran robo de Franco Molina, y de un pase en el momento justo de Pablo Matera para Santiago Chocobares, que, en ventaja numérica, dejó sólo al centro argentino por la banda derecha. 10-5, porque la conversión de Santiago Carreras se fue desviada.

Tras un penal anotado por lado (McKenzie para Nueva Zelanda, Santiago Carreras para Argentina), faltando cinco minutos, Nueva Zelanda volvió a apoyar en el ingoal argentino, por intermedio de Anton Lienert-Brown. Sin embargo, Los Pumas lograron un try clave antes del cierre del primer tiempo, a través del tucumano Mateo Carreras, que tras capturar un rebote luego de una salida neozelandesa, explotó al máximo su potencia de piernas, y dejó en el camino a Beauden Barrett, fullback neozelandés, con un gran amague. Los locales se iban al descanso arriba, pero por una diferencia exigua, de 20-15.

Pese a la derrota, el trámite del partido mostraba una gran performance de Argentina, con mucha solidez defensiva y un gran trabajo físico, sólo opacada un poco por los penales concedidos. Pero en el segundo tiempo, la historia cambió. Y de arranque: a los dos minutos, en una jugada preparada desde el line, Molina llegó al try por la banda derecha. Con la conversión de Carreras, Argentina pasó al frente 22-20. En el Sky Stadium de Wellington, comenzaban las dudas para los locales.

Luego de un nuevo penal por lado (McKenzie y Carreras), nuevamente, los All Blacks encontraron un nuevo try a los 12 minutos del complemento, por intermedio de su potente wing Mark Tele’a, en una jugada surgida de un line, para el 30-25 parcial. Esos serían los últimos puntos que festejarían los locales.

Sí; cerca de media hora estuvieron los “Hombres de Negro” sin convertir. Y eso, lógicamente, se dio gracias a un gran trabajo defensivo de Los Pumas. Sin embargo, en la faceta ofensiva, seguía faltando un poco más para concretar. Hasta que a los 28 minutos, esa presión que tanto efecto había surtido en la primera mitad, y que fue una de las claves durante todo el partido, generó un error neozelandés en su propio campo, que derivó en un scrum para Argentina a metros del ingoal. Y de esa jugada, llegó el try del ingresado Agustín Creevy, bajo los palos, para que Los Pumas pasaran al frente por 35-30, a falta de poco más de 10 minutos.

Lógicamente, los locales, casi con desesperación, salieron a buscar un try para revertir la historia. Pero Argentina, decidido, les cerró los caminos. Esa férrea defensa se volvió infranqueable, y para sellar el resultado, apareció un nuevo penal de Carreras, tras un fallido intento de drop (por muy poco) del tucumano Tomás Albornoz, ingresado en la segunda mitad, para el 38-30 final. Los Pumas terminaron el partido con una señal simbólica de la propuesta del partido: con la pelota en la mano. El pitazo final, obviamente, desató un festejo desaforado.

Por tercera vez en la historia, y en un lapso de cuatro años, Argentina venció a Nueva Zelanda en rugby. Esa gesta, que hasta hace poco parecía inalcanzable, fue conseguida una vez más. Aunque recién comienza, el ciclo Contepomi obtuvo hoy un envión importantísimo, que servirá para acallar algunas voces críticas, al menos por un tiempo, y trabajar con más tranquilidad. El primer gran desafío será repetir la actuación el próximo sábado, en Auckland, ante el mismo rival; pero al menos por un rato, será momento de disfrutar y celebrar de un triunfo histórico y merecido.